Dylan y el Nobel: un inesperado romance marcado por la conveniencia y la desconfianza
Mientras la cultura popular celebraba la aceptación de los ámbitos académicos, la opinión en los círculos literarios se dividió entre quienes vislumbraron una "jugada política" de la institución que otorga los premios y quienes sintieron la ofensa de que el prestigioso galardón recayera en manos de un "intruso".
Aunque su obra fue la gran responsable de que el mundo de las letras y la música pop unieran sus caminos, el reconocimiento a Bob Dylan de la Academia Sueca en 2016 con el Premio Nobel de Literatura generó sensaciones encontradas entre el asombro, la satisfacción, el enojo y la desconfianza en distintos sectores.
Mientras la cultura popular celebraba la aceptación de los ámbitos académicos y el público rockero se llenaba de orgullo por el premio a "uno de los suyos", la opinión en los círculos literarios se dividió entre quienes vislumbraron una "jugada política" de la institución que otorga los premios y quienes sintieron la ofensa de que el prestigioso galardón recayera en manos de un "intruso".
En este último caso, la indignación se hizo escuchar con más fuerza cuando el protagonista, fiel a su estilo de descreer de reconocimientos formales y de actuar de manera enigmática, mantuvo en ascuas a la Academia sobre si aceptaría o no el premio.
Finalmente, en el límite del plazo establecido, el cantautor envió una extensa carta a modo afirmativo, pero se mantuvo en su decisión de no asistir personalmente a recoger el galardón, en una ceremonia en la que finalmente Patti Smith se encargó de entonar la canción "A Hard Rain´s Gonna Fall".
Desde entonces, mientras algunos consideran que la Academia otorgó el premio a Dylan como una forma de limpiar su alicaída imagen, otros celebraron la apertura y el reconocimiento a la canción como forma de literatura; en tanto que unos pocos mantuvieron su enojo por considerar que el músico no contaba con las virtudes necesarias para acceder a un galardón que le fue negado a prominentes escritores –Jorge Luis Borges es apenas uno de los tantos casos-.
A la hora de anunciar la distinción, la secretaria permanente de la Academia Sueca Sara Danius justificó la decisión al destacar que Dylan ha "creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción americana" y que "como artista ha sido altamente versátil".
Y si la revolución que provocó este artista en la música popular a nivel lírico no resultaran suficientes ante las reglas que señalan que hay que tener al menos un libro publicado como requisito para acceder a este galardón, la edición de "Tarántula" y de "Crónicas" ofrecen argumentos válidos.
"Dylan era la puerta de entrada a un mundo literario pero desde un lugar antiliterario. En ese sentido, todavía sigue pasando que hay gente de la literatura que no termina de aceptar la importancia de Dylan porque no cumplió los pasos de ir a la universidad, moverse en círculos literarios, publicar libros", explicó el poeta y periodista Pipo Lernoud.
Sin embargo, remarcó que la música de este artista "tiene como compinches a Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William Borroughs y toda la generación beat" pero también alude a la "alta literatura".
"Aparecen Shakespeare, T.S. Elliot y el Dante, pero siempre a través de comentarios jocosos. Y también está demostrado que muchos de los grandes poemas en literatura fueron escritos para ser cantados", justificó Lernoud.
Por su parte, el periodista Claudio Kleiman remarcó la vigencia de Dylan en este sentido al ponderar su reciente composición "Murder Most Full", en la que con lucidez repasa a su manera los últimos 60 años de la historia contemporánea.
"Es una especie de Borges en canción popular", definió. (Télam)